Ushuaia
El Tren del Fin del Mundo
Frecuencia: Experiencia diaria – Todo el año
Duración: 1 hs.
Salidas: desde Estación Fin del Mundo
Cargos adicionales: Se debe abonar entre los meses octubre – abril, el Acceso al Parque Nacional.
Modalidad: Clase Turista / Primera / Premium / Especial
Tener en cuenta:
– Puede realizarse complementando la excursión al Parque Nacional Tierra del Fuego.
– Consultar horarios y disponibilidad de Servicio Primera Clase.
Recomendaciones:
– Ropa y calzado cómodos para desplazarse por ambientes y senderos agrestes y húmedos.
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Descripción:
El Ferrocarril Austral Fueguino, inicia su recorrido partiendo de la estación del
Fin del Mundo, sobre el mismo terraplén que recorrieron los presos 100 años
atrás.
Se interna en el Cañadón del Toro, cruza el río Pipo, sobre el “puente
quemado”, donde se podrán observa las ruinas de madera del viejo puente,
bajo las nuevas vías.
La primera parada es en la Estación “Cascada La Macarena”. Durante esta
parada es posible ascender hasta un mirador que ofrece una fabulosa vista del
valle del río Pipo y desde el cuál es posible observar la naciente de la cascada
“La Macarena”. Como una segunda opción, podremos caminar unos metros
hacia el costado la traza y contemplar la representación un típico
asentamiento de una de las tribus que habitaban estas tierras hace cientos de
años: Los Yamanas.
El tren continúa su marcha siguiendo el curso del Río Pipo, atravesando
sectores donde es posible observar la huella dejada por el accionar de los
presos.
El recorrido finaliza en la estación “del Parque”.
A partir de este punto, se puede continuar la visita al Parque Nacional, en
otro medio de locomoción, ya contratado con anticipación, o regresar a la
estación del Fin del Mundo.
Historia:
En el año 1883, el Presidente Julio Argentino Roca presenta un proyecto de Ley al Congreso de la Nación, el cual propicia una “colonia penal al sur de la República”. En su mensaje a los legisladores alude a los buenos resultados obtenidos con iniciativas similares por Francia en Nueva Caledonia y Argelia y por Inglaterra en Australia.
La ley no se había sancionado cuando, en 1884, llegan los primeros presos civiles a Ushuaia. Son elegidos por sus aptitudes físicas y por sus habilidades manuales para la instalación de una estación de la Prefectura en Tierra del Fuego y en Isla de los Estados y para la construcción de un Faro.
Al frente de la misión está el Coronel de Marina Augusto Laserre quien, el 12 de octubre de ese mismo año, funda Ushuaia, vocablo de la lengua de los aborígenes Yamanas que significa: “bahía profunda hacia el Oeste”. A los pocos días, el Presidente Roca promulga la ley por la que se organiza los Territorios Nacionales en nueve gobernaciones. Una de ellas es Tierra del Fuego. Y el 27 de junio de 1885, por decreto, fija en Ushuaia la capital de la gobernación más austral.
A fines de 1895, el Congreso sanciona la Ley 3.335 cuyo artículo 1º dispone: “las penas correccionales o de prisión que los jueces de la Capital Federal y Territorios Federales impongan a los reincidentes por segunda vez, serán cumplidos en los Territorios Nacionales del Sur que el Poder Ejecutivo designe al efecto”. El 3 de enero de 1896, se designa al territorio de Tierra del Fuego para el cumplimiento de dicha Ley y se encomienda a su gobernador el proyecto de construcción y la reglamentación del Penal. Pocos días después, en instalaciones provisorias y absolutamente precarias, se habilita en Ushuaia la Cárcel de Reincidentes.
En los primeros meses del siglo, el Penal recibe a sus primeros habitantes. Son condenados a pena de presidio, un peldaño anterior a la pena de muerte según el Código Penal de la época. Se trata de reclusos de la peor calaña, la hipótesis de colonización pierde sentido. El ingeniero Catello Muratgia, segundo director del penal, comienza la construcción definitiva de un establecimiento carcelario adecuado y el 15 de septiembre de 1902, coloca la piedra fundamental.
La cárcel se construye con materiales de la zona: roca basáltica, madera de los bosques, arcilla y arena del suelo da la región y de los riachos cercanos. La mano de obra la constituyen, por cierto, los penados. Para trasladar los materiales se monta el XILOCARRIL, es decir un tren que circula sobre rieles de madera. Su trocha tiene menos de un metro de ancho y su tracción la forman fuertes bueyes que arrastran los vagones playos por sus humildes vías.
Años después, el ingeniero Muratgia le hace saber al Ministro de Justicia la necesidad que tiene de “varios kilómetros de vía Decauville”. A finales de 1909 y principios de 1910, se registran los primeros movimientos ferroviarios. Las vías “Decauville” con trocha de 60 centímetros, comienzan a prestar su servicio e inicia su trabajo el “Tren de los Presos”, tal como se lo conoció en la voz popular.
El trencito une el Presidio con el campamento de tala de bosques, para ello, cruza la ciudad por la costanera. El nuevo tren se convierte una herramienta fundamental para terminar la construcción y, también, en un aliado que asegura la leña para cocina y calefacción del presidio durante todo el año.
Durante dos décadas, el tendido ferroviario avanza sobre la ladera oriental del Monte Susana y, cuando las locomotoras originales no pueden acceder a las partes más elevadas de ese sector, se continúa el ramal por el centro del valle del Río Pipo, adentrándose, más tarde, en lo que hoy es Parque Nacional Tierra del Fuego.
En el Presidio se instalan talleres con la idea de ocupar a los presos en algo útil y prepararlos en un oficio para encontrar trabajo una vez que recuperaran la libertad. Se les asigna una remuneración por jornada de trabajo. Así nace el aserradero, la carpintería, la ebanistería, herrería, panadería, taller de fotografía, imprenta, sastrería, zapatería y todos se ponen a disposición del pueblo como también el servicio médico y la farmacia con que cuenta la cárcel.
Los habitantes de Ushuaia también se benefician con la extensión de servicios como el de electricidad y el de agua corriente así como por la construcción de calles, caminos, plazas y puentes realizados por los mismos presos. El duro trabajo sigue hasta el cierre del penal, ordenado por decreto presidencia de marzo de 1947 en atención a razones de orden penitenciario.
El predio del Presidio pasa a la Armada Argentina y se transforma en asiento de la Base Naval. Los marinos reemplazan a los presos. Y dos años más tarde, en 1949, se produce el terremoto más violento del siglo en la isla. Gran parte del tendido ferroviario queda bloqueado y el tren parece haber llegado al fin de sus días.
Sin embargo, el gobierno hace el esfuerzo de ponerlo de nuevo en servicio. Es apenas una prórroga de la agonía. En 1952 el “Tren de los Presos” deja de circular, se acalla su ruido de vapor y con él se disuelve el último vestigio de las rudas voces de aquellos presos que hicieron patria, de aquellos presos que buscaron redimirse consigo mismo ante la tremenda soledad austral. Cuarenta y dos años después de su último servicio, en 1994, el tren del fin del mundo, el “Tren de los Presos”, retoma su recorrido histórico. Las comodidades son distintas pero el espíritu emprendedor busca rescatar el esfuerzo de aquellos hombres rudos que nos precedieron.